Al parecer, o al menos así se ha anunciado, el Ministerio de Educación va a empezar por fin a trabajar con las centrales sindicales en las más que justas, demandadas y necesarias mejoras económicas y laborales del profesorado.
No lo digo yo, lo ha dicho el secretario de Estado en una entrevista pública.
Parece que la voluntad es buena y, por lo que se traduce de las declaraciones realizadas, ya se tiene una idea bastante clara de lo que se quiere, aunque, como siempre digo, “verba volant, scrīpta mānent”: las palabras, como hasta ahora, vuelan, y lo escrito permanece. En cualquier caso, es esperanzador oír a nuestro número dos hablar de desdobles y codocencia, apoyos dentro del aula, tiempos, grupos y espacios flexibles.
“Buenas intenciones, palabras e incluso pareceres, pero no olvidemos que hechos son amores y no buenas razones.”
Ya más que esperanzadora, incluso enternecedora, es la promesa de subida salarial, incluso de homologación al grupo A1, de los maestros, aunque sea en el horizonte, como señala. En definitiva, ratios, subidas, homologaciones y el resto de los 24 puntos planteados a principio de legislatura –hasta mi sueñoplatónico: estatuto y carrera profesional–, en el horizonte.
Sin embargo, desde el respeto e incluso teniendo fe –ya pareja a la del Alcoyano con mis sexenios–, choca el excesivo hincapié en los másteres que habilitan para el ejercicio de la docencia y en el hipotético tutelaje del docente experto, en principio durante dos años.
Lo primero que llama la atención es el reconocimiento y la designación del experto, ya que, tal y como admite, todavía no sabe cómo se realizará. Mal empezamos.
A día de hoy, salvo contadas excepciones, las prácticas del alumnado que cursa grados en educación infantil y primaria no son remuneradas, y los másteres que habilitan para el desempeño docente no son precisamente baratos. Si se quiere reconocer al profesorado, empiécese por reconocer económicamente lo que todavía se está desarrollando altruistamente –mientras otros cobran, y mucho–.
En segundo lugar, rebájense las matrículas en las universidades, cosubvencionadas o no. Y, en tercer lugar, no comencemos por abajo: si se pide y se quiere la tutela de expertos, págueles, que los docentes estamos algo cansados de dar de más recibiendo de menos.
En fin, buen estreno del nuevo secretario de Estado, Abelardo de la Rosa. Buenas intenciones, palabras e incluso pareceres, pero no olvidemos que hechos son amores y no buenas razones.
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Por Saturnino Acosta García,
Presidente de ANPE Cáceres