Abraham Cupeiro es docente y músico. Su labor como investigado y recuperador de instrumentos ancestrales han llevado a muchos a definirlo como arqueólogo musical. Abraham fusiona sonidos olvidados con composiciones modernas y ha lanzado varios álbumes que reflejan esta innovadora propuesta sonora. Colabora con importantes orquestas y músicos internacionales.
ANPE Revista: Abraham, gracias por atendernos en este pequeño receso en tu actividad porque tenías la agenda llena.
Abraham Cupeiro: Sí, hasta el día 15 de abril he estado muy ocupado con conciertos y viajes, además de grabar un nuevo disco. Ahora estoy descansando y el cuerpo lo agradece.
¿De dónde viene tu interés por los instrumentos?
Mi abuelo de joven no era músico profesional, pero tenía un talento increíble. Nunca me enseñó lo que sabía porque asociaba instrumentos como la corna a una cultura más popular, más rural. Cuando vio que a la gente le gustaban, se emocionó. Era un secreto en mi familia que se destapó antes de que falleciera.
¿Quién tocaba la corna?
La gente del pueblo. Hasta hace poco, todo lo rural se veía como atrasado, pero en realidad, la vida rural tiene un gran valor. Yo lo veo cuando voy a los colegios, los estudiantes del ámbito rural muchas veces tienen mayor curiosidad y son más hábiles. La gente del campo no sabía que tenía un tesoro en sus manos.
¿Cómo recreas los instrumentos antiguos?
Muchas veces tenemos ejemplares físicos. La gente pregunta cómo sonarían, y digo que en un 90% igual porque los instrumentos son como raíles. Por ejemplo, el aulós griego, los agujeros están en un sitio específico y dan las notas correspondientes.
También requiere mucha habilidad del intérprete…
«Integraría la música más intensamente en el horario escolar, fomenta la concentración y la relajación»
Sí, es como quien toca el piano. Tienes que disociar la mano del acompañamiento de la que toca la melodía. La música es abstracta y a la vez muy física. El cerebro del estudiante crece y conecta mucho mejor practicando con un instrumento que recibiendo estímulos de una pantalla.
¿Cómo crees que han impactado las pantallas en la Educación?
Yo mismo, con 45 años, he perdido capacidad de concentración por los teléfonos. Cuando quiero relajarme, cojo los instrumentos y me pongo a tocar. La música te introduce en un estado de reflexión y concentración. Por ejemplo, casi toda mi música está escrita en aviones. Utilizo un lápiz, un pentagrama y escribo la partitura. No tengo nada en contra de las nuevas tecnologías, pero en los conservatorios, por poner un caso, necesitamos más instrumentos y no tanto pizarras digitales.
¿Habría que darle más tiempo a la música en la Educación?
Sería muy precavido en esto, pero si me dieran un puesto de decisión durante un año en la Educación, anularía los conservatorios y pasaría todo ese tiempo de música al colegio y al instituto hasta las cinco de la tarde y luego les dejaría disfrutar. Pero ojo, la música no es importante solo para generar músicos, sino para crear ciudadanos con capacidad de crítica, sensibilidad y empatía.
¿Estás inspirando a muchos jóvenes para que estudien música?
Después de los conciertos se han acercado muchos jóvenes. Me llena de orgullo y me siento muy gratificado. En los monólogos también. El público quiere saber cómo suena el instrumento y también las anécdotas e historias detrás de ellos. En los monólogos, subo a gente al escenario para compartir y construir instrumentos en cuestión de minutos.
En el vídeo en YouTube que acompaña a estas líneas, podrás acceder a la entrevista completa y también ver y escuchar cómo Abraham toca el aulós griego, una pluma de los indios Hopi o una tilinca.

Por Carlos Fernández-Alameda,
Delegado de ANPE Nacional


