Psiquiatra del Gabinete Multidisciplinar de la «Fundación Querer».
En su opinión, ¿qué papel podría tener la enfermera escolar en la detección temprana de problemas de salud mental en los niños?
Sería ideal que cada centro tuviera un profesional de la salud. El trabajo de los profesores es el desarrollo curricular de los estudiantes y, aunque muchas veces ellos mismos perciben que algo está pasando, esa no es su función. Los departamentos de orientación también suelen estar sobrecargados y tampoco el diagnóstico clínico es su labor. Por ejemplo, cuando un niño llega a clase con dolor de tripa o pierde las ganas de ir al colegio puede que esté somatizando algo estresante. La enfermera escolar se convertiría en ese enlace fundamental entre el centro escolar y el personal sanitario.
En ese sentido, ¿podría complementar la labor de docentes y orientadores?
Sí, ahí podría tener un gran valor. Los docentes podéis actuar como un semáforo, indicando que algo está pasando: modifica su conducta en clase, ahora se enfada muchísimo, ha cambiado de grupo de amigos, le notamos raro en el recreo. Si no cumpliera los criterios para ir al departamento de orientación. Saber que podéis contar con una enfermera escolar da confianza tanto al estudiante como al docente. Incluso da seguridad a la comunidad educativa.
Suele decir que “tiempo es cerebro” cuando hablamos de los casos de salud mental en los jóvenes y los vinculamos al estrés.
Un cerebro como el de los niños y el de los adolescentes, es un cerebro que está todavía en formación. Estar sometido a estrés y tener factores estresantes importantes hará que el cerebro realice conexiones que no debería. Eso provoca que se vuelvan más vulnerables, y que a la larga puedan desarrollar una enfermedad mental.
¿Qué eventos provocan que el estrés sea dañino en los jóvenes?
No es la prisa o el ir corriendo a todas partes. Son momentos que ellos viven como estresantes: una separación, una mudanza de barrio o de ciudad. Cuando hacemos la historia clínica a un paciente, preguntamos por los factores estresantes de este tipo que haya podido tener.
Durante la jornada hablasteis mucho también del tema de las autolesiones. ¿Qué podemos hacer al detectar ese tipo de conducta?
Una autolesión siempre obliga a derivar al niño a una unidad de Salud Mental. Muchos padres se angustian mucho por los tiempos de espera. En cualquier caso, lo primero sería consultar con el médico de cabecera o, si no, acudir al servicio de Urgencias de un hospital donde sepamos que hay psiquiatría. Una autolesión puede tener muchas causas y la intención del niño o adolescente no tiene por qué ser letal, pero sin duda no es una buena respuesta adaptativa.
Otra de las grandes preocupaciones entre padres y profesores es el ciberacoso.
Las grandes corporaciones, por ejemplo, deberían establecer medios de comprobación de la edad fiables. Ahora cualquier niño puede abrirse una cuenta simplemente diciendo que son mayores de edad. Pero nadie lo comprueba. Volvemos al estrés, pero un cerebro que está en formación no puede tener acceso ilimitado a todo tipo de información porque si nos cuesta a nosotros saber qué es verdad y que no, imaginaos a un menor. Sin contar con que acceden a contenidos a los que no deberían. Es paradójico que en el mundo real no les dejemos cruzar la calle solos, pero luego les dejamos una tableta desde la que pueden acceder a cualquier contenido. El cerebro de los niños es muy vulnerable. Yo no demonizo a las redes sociales, pero creo que hay que explicar a los niños que no pueden sustituir al contacto real. Porque las habilidades sociales requieren ver la reacción del otro en tiempo real para aprender.
Hablando de adolescentes, ¿tendemos a sobreestimar la madurez de su cerebro?
Sí, tenemos que tener un poco de cuidado con lo que les transmitimos. Los hitos de desarrollo de cero a tres años los ves muy claros, son muy evidentes los cambios. Eso no pasa con los adolescentes. Están aprendiendo a regularse emocionalmente, a socializar, están aprendiendo del entorno, a reaccionar ante los imprevistos. Son aspectos muy importantes que aprendemos en esa etapa. Y si no desarrollan esas habilidades, cuando sean mayores les costará aún más.
Por Carlos Alameda,
Delegado de ANPE Nacional