O dicho en su extensión popular, “cosa prometida es medio debida; y debida enteramente si quien promete no miente”, y por no mentir, digamos que también hay otro dicho popular, verdad a medias, mentiras a medias, o, como decía Machado, “¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad”.
Lo cierto es que la disposición adicional séptima recogida en la Ley de Educación, LOMLOE, la cual paso a citar textualmente, dice “Normativa sobre el desarrollo de la profesión docente: A fin de que el sistema educativo pueda afrontar en mejores condiciones los nuevos retos demandados por la sociedad e impulsar el desarrollo de la profesión docente, el Gobierno, consultadas las comunidades autónomas y los representantes del profesorado, presentará, en el plazo de un año a partir de la entrada en vigor de esta Ley, una propuesta normativa que regule, entre otros aspectos, la formación inicial y permanente, el acceso y el desarrollo profesional docente”.
Si bien la memoria y el BOE no me fallan, eso fue allá por 2020, para ser fiel a la realidad, finales de 2020, por no decir un 30 de Diciembre de 2020, entrando en vigor a los veinte días desde su publicación, allá por enero de 2021, pero es que estamos en 2024, y ya ha llovido desde que entró en vigor.
“La formación inicial, la formación permanente, el acceso a la profesión docente y su desarrollo profesional, siguen sin unas mejoras demandadas acorde a las necesidades de nuestra profesión”
De ahí, solo media verdad, las 24 propuestas ministeriales ya anunciadas, por cierto, no consultadas a comunidades o al menos consensuadas previamente, planteadas en enero de 2022, un año después de la famosa disposición adicional
séptima. Verdad y mentira cumplida a la vez a día de hoy, pues estamos a 2024.
Tres años después, de la entrada en vigor de la LOMLOE, y dos después de la presentación unilateral de las 24 propuestas, de aquellas no hemos conocido ni razón, ni motivo, ni diálogo, ni consenso, ni nada de nada, pero como bien dice la misma, absolutamente necesaria para afrontar con garantías las demandas de la sociedad y el desarrollo profesional y laboral del docente del futuro.
La formación inicial, la formación permanente, el acceso a la profesión docente y su desarrollo profesional, siguen sin unas mejoras demandadas acorde a las necesidades de nuestra profesión, como pudieran ser el refuerzo de las prácticas, el sistema de oposiciones y acceso a la función docente en cualquiera de sus modalidades, o su incorporación paulatina.
Del mismo modo, necesitamos mejorar la formación permanente, que debiera ir ligada en base a una carrera profesional digna y dignificante, el desarrollo de un Estatuto Docente que regule derechos y obligaciones comunes a todo el Estado así como una única gestión de acceso a un puesto de trabajo como condición de acceso a la docencia con carácter general independientemente de los requisitos propios que para el acceso a la listas como funcionario docente de la escuela pública establezca cada comunidad.
Todo ello sin olvidar el poder adquisitivo perdido especialmente por el funcionario docente que además del acumulado como funcionario, que pudiera ya superar los treinta puntos en veinte años, tras congelaciones y subidas muy por debajo del IPC, debe sufrir el estancamiento en sus complementos de destino autonómicos en la mayoría de las comunidades autónomas.
En definitiva, lo prometido es deuda, y debida enteramente si quien promete no miente, o no lo hace a medias. El profesorado lleva tres años de retraso y las promesas solo han sido cumplidas a medias, y ya es hora de cumplir con la otra media.

Por Saturnino Acosta García,
Presidente de ANPE Cáceres