ANPE 627 Sept-Octubre 2025

domingo, noviembre 2, 2025
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ANPE impulsa la salud escolar en las Jornadas “Sueño y Aprendizaje” en Vitoria

Más de 200 expertos, docentes, representantes institucionales, familias y jóvenes se dieron cita para debatir la urgencia de acompasar los horarios escolares a los ritmos biológicos y reivindicar el descanso como derecho fundamental. educación, sanidad y sociedad para debatir sobre un tema crucial: la relación entre el sueño, los horarios escolares y el aprendizaje.

La Cumbre del Sueño, como algunos medios la han bautizado, no fue solo un foro de discurso académico, sino un llamado colectivo: repensar cómo vivimos el día y la noche, y asumir que en muchos casos, “somos nuestra pequeña flotilla del sueño”.

Uno de los datos más contundentes que se puso sobre la mesa: el 52,4 % de los adolescentes en España van a clase con menos de ocho horas de sueño.
No es una cifra anecdótica: los expertos advierten que dormir menos de lo que exige el cuerpo en edades clave tiene consecuencias —y profundas— en el aprendizaje, la memoria, la regulación emocional y la salud física.

El pediatra Gonzalo Pin lo sintetizó con claridad:

“Si yo descanso poco, mi capacidad de mantener la atención, mi capacidad de retención y memoria va a disminuir y se va a deteriorar.”

A esto se suma una realidad preocupante: cerca del 40 % de los adolescentes podrían presentar síntomas de somnolencia diurna en el día escolar (lo que algunos investigadores llaman “jet lag social”), cuando en el fin de semana buscan “compensar” el déficit durmiendo más horas.
Además, la exposición a pantallas justo antes de dormir y las altas cargas de tareas escolares se alzan como factores decisivos en la pérdida de sueño de calidad.

No menos alarmante: casi un 20 % de estudiantes de secundaria reconoce haber consumido fármacos para dormir en algún momento.
Y esa cifra no es aislada: la tendencia al alza del uso de hipnosedantes entre jóvenes está documentada desde hace décadas.

Grandes líneas del debate: ¿a qué hora despierta nuestra sociedad?

El cruce entre ciencia, cultura y política fue evidente durante las sesiones. Desde el inicio, el neumólogo Carlos Egea —presidente de la Federación Española de Sociedades de la Medicina del Sueño— planteó una cuestión que marcó el tono:

“Vivimos desfasados con el sol casi dos horas. Nos gusta cenar tarde y alargar las noches, pero es una costumbre cultural, no biológica.”

Ese desfase generalizado entre los horarios sociales y los ritmos circadianos se reproduce en las aulas: las estructuras educativas, los horarios laborales, las dinámicas familiares… todo tiende a priorizar el “modo adulto” del día, sin considerar que los cuerpos de niños y adolescentes cambian y necesitan adaptaciones.

La Cumbre del Sueño también puso en evidencia una reflexión que muchos pasan por alto: el sueño debe tener —o recuperar— un lugar público y regulado, al nivel de otras políticas de salud. Las analogías con el tabaco o las restricciones al uso de pantallas no fueron gratuitas: se habló de que el descanso merecería algún tipo de marco regulador social.

Entre las propuestas: un decálogo para transformar el día

Durante la jornada, el Dr. Gonzalo Pin presentó un Decálogo por unos horarios escolares saludables que recoge medidas dirigidas a escuelas, docentes, familias y administraciones.
Algunas de las recomendaciones destacadas:

  • Organizar el inicio de la jornada según el cronotipo de cada etapa educativa: retrasar horarios cuando el retraso biológico lo aconseje.
  • Incorporar pausas activas breves después de cada bloque de clase, respetar el ritmo de descanso en la vigilia.
  • Concentrar exámenes en media mañana o días centrales de la semana, evitando lunes o lunes tras festivos.
  • Ajustar los horarios de comida, favorecer actividad física pero no cercana a la hora de dormir, promover el uso moderado y regulado de pantallas, etc.
  • Introducir la educación del sueño desde etapas tempranas, involucrando a alumnos, docentes y padres.

Estas medidas apuntan no solo a modificar hábitos individuales, sino a reconfigurar estructuras: horarios escolares, normativas locales, apoyo institucional, coordinación entre sectores.

Voces desde las aulas, las familias y la política

La mesa de debate incluyó a Iratxe Uriarte Eiguren (Consejo de la Juventud de Euskadi), Lourdes Errazti (Denon Eskola EHIGE) y José Francisco Venzalá, presidente nacional de ANPE Nacional.

Las familias enfatizaron que la conciliación es un eje clave: los horarios escolares actuales muchas veces chocan con los laborales y los tiempos familiares, generando estrés, prisas y deterioro del descanso.
Los docentes, por su parte, apelamos a la necesidad de apoyo institucional y recursos concretos para poder introducir flexibilidad sin que el profesorado pague el costo.
La juventud pidió ser escuchada y tener más presencia en el diseño de las reformas que les afectan directamente.

Por su parte, los expertos en salud y educación también abogamos por una estrategia nacional del sueño que trascienda el discurso: formación obligatoria para docentes y sanitarios, incentivos para los centros que implementen buenas prácticas, e incluso regulación normativa en ámbitos como los horarios escolares o los servicios municipales.

La música del descanso: cuando el arte se vuelve medicina

Quizás uno de los momentos más simbólicos de la jornada fue la intervención del compositor Joseba Beristain, quien improvisó una pieza musical inspirada en el sueño para cerrar con notas y melodía el debate.
La conexión entre ciencia y arte no fue casual: Carlos Egea lo llamó “farmacéutico de la música”, reflexionando que si es legítimo recetar un fármaco para dormir, ¿por qué no usar la música como tratamiento complementario?

Para Beristain, la música tiene el poder de inducir calma, favorecer la transición hacia el sueño y funcionar como ritual cotidiano, algo que va más allá de la mera estética.

Desafíos por delante y urgencia colectiva

La jornada dejó claro que los desafíos no son menores, pero sí alcanzables si hay voluntad política y social. Se debatió si la sociedad española está dispuesta a modificar sus costumbres —cenar temprano, acostarse con la luz baja, concertar horarios culturales y educacionales— para alinear la vida con el cuerpo.

No sobra insistir: el sueño no es un lujo. Es un bien colectivo que repercute en la educación, la salud mental, el rendimiento, la cohesión social y la calidad de vida.
La ruta propuesta requiere corresponsabilidad: de familias, escuelas, médicos, administraciones y de la propia juventud.
“Para aprender mejor, primero hay que dormir mejor”.

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