El impacto de la pandemia de COVID-19 en la salud mental de la población ha tenido importantes repercusiones que nos van a acompañar a lo largo de los próximos años.
Guadalupe Pérez Pérez,
Coordinadora del Defensor
del Profesor en Madrid
Esto ha puesto en evidencia la urgente necesidad de abordar los problemas de salud mental, tanto los ya presentes en la población previamente como los generados a consecuencia de la pandemia.
Múltiples estudios indican que la población infantojuvenil ha sido una de las más afectadas en cuanto a la salud mental, que ha sufrido un deterioro. En la actualidad los adolescentes presentan más síntomas de ansiedad, depresión, autolesiones y conductas suicidas que en 2019. La Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) ha analizado la evolución de los diagnósticos de salud mental en los Servicios de Urgencias Pediátricas (SUP) españoles desde marzo de 2019 a marzo de 2021, con la participación de quince SUP. Globalmente, los diagnósticos relacionados con trastornos mentales en urgencias pediátricas han experimentado un incremento significativo, en particular los de “intoxicación no accidental por fármacos” (122 %), “suicidio, intento de suicidio, ideación autolítica” (56 %), “trastorno de conducta alimentaria” (40 %), “depresión” (19 %) y “crisis de agresividad” (10 %).
ANPE ha detectado, asimismo, a través del Defensor del Profesor, las repercusiones de esta situación en la salud psicofísica de los docentes, que se han reflejado en un aumento de llamadas al servicio originadas, en su mayoría, por niveles de ansiedad impropios de la tarea a realizar, síntomas depresivos y bajas laborales. En el Informe del Defensor del Profesor 2020 -2021, de los profesores que se pusieron en contacto con el servicio, un 77% manifestaron ansiedad, un 11% depresión y un 11% estaban de baja. Debe tomarse en cuenta la incidencia de estas circunstancias en el ejercicio de la docencia, pues un estado emocional alterado implica un sufrimiento personal que reduce el rendimiento profesional y esto repercute en la calidad de la educación. Por otra parte, las bajas laborales generan un coste para la Administración y una modificación de la propuesta pedagógica para los alumnos.
El Gobierno de España ha puesto en marcha el Plan de Acción de Salud Mental (2022-2024) para intentar solventar la emergencia provocada por el impacto de la pandemia de COVID. La línea 5 de este plan se centra en el plano educativo, donde destacan dos tipos de actuaciones:
- Crear escuelas promotoras de salud en España, que promocionen la salud mental en los centros educativos y tengan como último fin el bienestar emocional del alumnado.
- Fomentar la colaboración de la comunidad educativa con los servicios de salud mental a través de los equipos de orientación.
Es evidente que los centros educativos son uno de los ejes principales en la detección de problemas de salud mental en niños y adolescentes. Pero para poder realizar esta función, deben contar con los recursos adecuados. Todo ello nos lleva a solicitar a la Administración:
- Reducción de ratios, que permita al profesorado prestar una atención más individualizada al alumnado que facilite la detección de los problemas de salud mental y aprendizaje.
- Disminución del horario lectivo y compensación económica para el Coordinador del Bienestar.
- Planes de formación para el profesorado sobre salud mental, inteligencia emocional, salud, etc.
- Un orientador/orientadora educativo en los centros públicos de educación infantil y primaria.
- Aumento del cupo de orientadores en los IES y centros de formación profesional, en función del número de alumnos.
Incremento del cupo de profesores que forman los equipos de atención a la diversidad (maestros de pedagogía terapéutica y audición y lenguaje, técnicos de integración social y técnicos educativos III).
Aumento del cupo de profesores técnicos de servicios a la comunidad (PTCS) para poder atender a los alumnos y familias más vulnerables, tanto en centros de primaria como en secundaria.
Los alumnos con mayores problemas de aprendizaje se han visto más afectados a nivel académico, algo que ha incrementado su desfase educativo y puede repercutir en su desarrollo emocional. Este aumento de recursos nos permitirá reducir el fracaso escolar, para que no sea un factor más que incida negativamente en la salud de nuestros alumnos.
ANPE reitera, una vez más, la urgencia de priorizar la asignación de recursos a la salud mental del alumnado, una medida que contribuirá a su bienestar emocional, así como a mejorar el clima de convivencia en los centros y hacer aún más efectiva la labor del profesorado, con la consiguiente repercusión en la calidad del servicio educativo que ofrece la enseñanza pública.